El termo eléctrico es un productor y acumulador de agua caliente. Es sencillo de instalar, es limpio, y se puede colocar en cualquier lugar de la casa donde haya un enchufe eléctrico y un punto de agua fría y caliente (incluso encima de falsos techos: incomodísimo para el instalador). Estas son ventajas con respecto a los calentadores a gas, porque éstos precisan además de una instalación de suministro de gas, una salida de gases quemados, y estar situado en un local ventilado, y a una distancia determinada de la fachada por donde va a salir la chimenea. Ultimamente también se precisa de enchufe, dada la proliferación de calentadores estancos.
Sin embargo, el termo eléctrico tiene sus inconvenientes. El principal es la no continuidad en el suministro. Una vez agotado el agua caliente, habrá que esperar a que alcance de nuevo la temperatura de servicio. Y este tiempo dependerá de la cantidad de resistencias, y del volumen de agua a calentar. Aun así, el eléctrico es el calentador elegido por muchos usuarios que temen problemas con el gas. Tanto por posibles explosiones, como por constantes cambios en la normativa, que obligan a obras y reformas de instalaciones.
Centrémonos en el termo
La válvula de seguridad es el primer sistema preventivo que nos encontramos a la vista, y se instala en la entrada de agua fría. Cumple una doble función. En primer lugar, es una válvula anti-retorno: impide que el agua caliente del termo retorne al circuito de agua fría. También es un limitador de presión que expulsa agua cuando ésta supera la tara de la válvula, protegiendo al calderín de sobrepresiones.
Un elemento poco conocido, pero muy importante para la conservación del calderín, es el ánodo de sacrificio. Resumiendo mucho, diremos que es una barrita de magnesio que atrae sobre sí la oxidación, evitando que recaiga sobre las paredes del tanque. Este ánodo se desgasta, por lo que hay que revisarlo y sustituirlo cuando sea necesario. Pocos usuarios, realizan esta revisión, por lo que es común que los calderines acaben oxidados y reventados, provocando inundaciones más o menos graves.
Otro elemento importante es el termostato. En muchas ocasiones no está a la vista, y es de difícil acceso, al encontrarse bajo la tapa de registro. Es muy importante para la conservación del termo que la temperatura no sea exagerada. Primero porque se pueden producir accidentes y quemaduras. Segundo, porque muchas piezas de los grifos son de plástico, y acaban desintegrándose. No piensen que es poco común. En una ocasión encontramos un termo en un restaurante que calentaba tanto el agua, que lo utilizaban para las infusiones…
Ya lo ven, un poco de cuidado con la temperatura, una revisión periódica del ánodo de sacrificio, pueden hacer que los termos duren más. Es frecuente desmontar termos que han resistido 20 años, e instalar uno nuevo que no dura más de 6 o 7.
Por cierto, si alguien tiene interés, y un poco de tiempo (52 minutos), le recomiendo ver Obsolescencia Programada (Comprar, tirar, comprar), el documental que explica porqué ahora las cosas duran menos que antes.
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